Un tiron de orejas para "nuestros representantes"
Esther L. Palomera
MADRID- Algo pasa en esta IX Legislatura. Los plenos no son lo que eran. Y no sólo es el cambio de horario de las sesiones de Control al Gobierno. Escaños vacíos, pasillos desiertos, diputados ausentes... El Palacio de San Jerónimo no bulle como bullía. El absentismo y la desidia se han apoderado de sus señorías. No de todos. Ya se sabe que en estas cosas siempre pagan justos por pecadores. Pero, sí, han vuelto los «novillos» a la Cámara.
A las nueve de la mañana, la asistencia no llega ni al 50 por ciento. Y no es porque «actúen» o no los primeros espadas. La estampa se repite cada semana sea martes, miércoles o jueves. En ésta que estamos, el martes Cristobal Montoro llegó tarde a defender una propuesta de su grupo. Le salvó la «benevolencia» de José Bono, que, al final, le dejó subir a la tribuna. Ayer, al también popular Ramón Aguirre no hubo quien le salvara. Sencillamente no estaba en el pleno cuando le llamaron para formular a Solbes una pregunta sobre el paro, lo que «salvó» al vicepresidente de un «sapo» que le correspondía al titular de Trabajo, que también decidió «fumarse» la sesión para dar esquinazo a los datos de la última Encuesta de Población Activa. Ramón Aguirre estaba, dice, en la biblioteca, no sabía que su pregunta era la segunda de la mañana, tras la de Soraya Sáenz de Santamaría. Luego, pidió perdón a Solbes, a su grupo y a la Cámara. Pero es que Aguirre no era el único ausente de la sala.
Si a las nueve en el hemiciclo no había ni 160 de los 350 diputados, a las once eran poco más de una docena los que atendían a Federico Trillo cuando éste interpelaba al ministro de Justicia. Tres socialistas y doce populares. La dirección del Grupo Popular ha hecho saber a sus diputados, por escrito, que es necesaria una mayor presencia en los plenos. El aviso es para todos. Para los que cumplen y los que no. Entre estos últimos hay mayoría de ex ministros, ex altos cargos y otros muchos ex del PP que no quieren ser ex diputados y, aunque no van, mantienen el escaño. Empieza a ser un clamor en Palacio la imagen desierta del pleno semana tras semana. Unos echan la culpa a los nuevos horarios de Bono y otros dicen que ayer coincidieron tres circunstancias que favorecen el absentismo: no había pregunta de Rajoy a Zapatero; hoy jueves no hay pleno y, además, no se votaba. Excusas, excusas...