Reproducimos el articulo que LINEA DE FLOTACIÓN señala en su comentario.
VICENTE LLADRÓ VALENCIA.
Alcublas culmina sus fiestas de invierno repartiendo el rico arroz con alubias de sus populares calderas.Las 13 ollas, para más de 1.600 raciones, cumplen cada año el rito de una comida de hermandad cuyos inicios se remontan a épocas de necesidad.Es milimétrico. A las ocho de la mañana ya está todo en marcha; las 13 ollas alineadas, a punto de prender el fuego, y a las dos de la tarde ha de quedar completado el proceso de guisarlas. El cura espera en la puerta de la iglesia para bendecir los enormes peroles y de inmediato se procede al reparto del condumio entre la gente, que ya forma ordenadas colas con sus cacerolas en ristre.
Son las populares calderas de Alcublas, con las que este pueblo de la Serranía culmina cada año sus fiestas de invierno en honor de su patrón, San Antonio Abad, el popular San Antón. Por eso se ha acuñado este pareado: 'Las de San Antón, las mejores son'. Y se refieren a las calderas, claro. De 'arrós amb fesols i naps', por supuesto, y con un toque serrano. Se agradece este rico arroz que aplaca el hambre de mediodía y reconforta el cuerpo y el ánimo en una día de frío invierno.
Mª Cruz Giménez es el alma máter de estas ollas que suman más de 1.600 raciones, para los casi 900 habitantes del pueblo y varios cientos de visitantes que se acercan para la ocasión, siguiendo la tradicional costumbre de acudir a una fiesta gastronómica alcublana que nació precisamente con otros aires bien distintos, en épocas de necesidad, cuando no había opción para el mínimo paladeo de disfrute, sino más bien el empeño de comer ante todo.
Todavía recuerdan los mayores que, más de medio siglo atrás, se agolpaban pobres de todas las procedencias en la plaza, a la espera del plato de arroz que sería su primera comida recia y de caliente en muchos días. Y los vecinos de Alcublas tomaron la costumbre de la generosidad con quienes llegaran, y así siguen, aunque hoy en día, pese a la crisis, no alcancen las cosas a tamaña cosa.
Si una cuadrilla numerosa de hombres del pueblo tiene a cuenta las labores de cargar las ollas repletas y humeantes, o antes de trasegar los ingredientes y proveer la leña necesaria, atendiendo las directrices de Jorge García, las mujeres no andan a la zaga en nada y se encargan de toda la intendencia y de toda la faena fina y silenciosa, sin la que nada llegaría a buen puerto. Y como organizadora general, Mª Cruz Giménez, que es quien, para empezar, calcula las cantidades de ingredientes a comprar, se encarga de todo ello y va marcando tiempos y ritmos para que nada falle. Aquí no hay cocineros oficiales ni nadie que espere nada a cambio, sino colaboración pura por la satisfacción de hacerlo. Tan pura como el aire que baja de la sierra.
Además del agua precisa, las 13 calderas de Alcublas necesitaron este año 30 kilos de nabo blanco, 15 de cebolla que se sofríe aparte con pimiento y tomate, 130 de patatas, 40 de alubias blancas, 26 de tomate triturado, 130 de carne de careta y tocino de cerdo, 45 de chorizo, 65 de arroz, 8 de sal, tres sobres de azafrán por olla, aceite de oliva, un toque de hierbabuena...
No falta la banda de música, amenizando el desfile de las calderas hasta el punto de bendición y reparto, mientras el grupo de cocineros, con Enrique Peris 'San Antón' al frente (le llaman así por su parecido con la imagen del santo), no paran de darle vueltas al arroz, «para que no s'asorre y quede bueno». El alcalde, Manuel Civera, estaba pletórico, por la fiesta, por los visitantes y por la presencia de alcaldes vecinos y directivos de clubs y asociaciones que respaldan el proyecto del aeródromo de Alcublas.